La Academia Estadounidense de Dermatología dice que la pérdida de cabello
puede ser causada por la genética, la edad, los desequilibrios hormonales, otras
condiciones de salud, la medicación, el estrés y por este tiempo asociado a la
infección por COVID-19. Los expertos aclaran que el tipo de pérdida del pelo que
tienen la mayoría de los pacientes con COVID-19 se llama efluvio telógeno, una
forma temporal causada por estrés físico o emocional, fiebre alta, enfermedad o
pérdida de peso de más de 20 libras, síntomas comunes con el virus. El efluvio
telógeno implica el desprendimiento de cabellos de cualquier parte de la cabeza y
no solo en la coronilla como la calvicie de patrón masculino. El número de pelos
que se desprenden cada día es mucho más que los 50 a 100 cabellos que las
personas suelen perder a diario.
El efluvio telógeno post COVID-19 suele ser un proceso tardío y pueden pasar de
3 a 5 meses después de la infección viral antes de que la persona empiece a notar
la caída.
La pérdida del cabello no solo está relacionada con la infección por COVID-19
como tal, sino también con los múltiples frentes que implican la pandemia como
son la pérdida del trabajo, de seres queridos y la incertidumbre relacionada con los
ingresos y bienestar en general.
Dicen los expertos en Dermatoloía que la caída del cabello puede ocupar una gran
parte de la mente de alguien porque el cabello es algo que vemos, es parte de
nuestra identidad y de cómo nos perciben los demás. Por eso, cuando los
pacientes comienzan a perder el cabello, especialmente por primera vez, a
menudo se angustian mucho.
Es difícil saber por qué algunos pacientes que se recuperan de COVID-19 pierden
cabello y otros no. Los dermatólogos dicen que puede estar relacionado con la
genética. Hay algo en la composición genética y el ciclo del cabello de algunas
personas que lo hace más probable para ellas”.
Qué hacer con la caída del cabello posterior a infección por covid-19
Si bien la caída del cabello puede afectar la confianza en uno mismo y la
autoimagen, los expertos instan a las personas a que no se avergüencen ni
intenten manejarlo por sí mismas. De ser posible, lo ideal es consultar a un
dermatólogo, quien puede descartar otras causas de la caída del cabello, como
medicamentos, falta de nutrientes o desequilibrios hormonales, y pueden realizar
un seguimiento de sus hábitos diarios de sueño, ejercicio y nutrición para ver si las
mejoras en esas áreas podrían ayudar.
Más allá de eso, los médicos pueden ayudarlo a averiguar si su estrés ha
provocado ansiedad o depresión que necesite tratamiento. A veces, también
ayuda a los pacientes escuchar a un profesional médico explicarles que si bien la
pérdida de cabello puede convertirse en un problema crónico, este tipo de
pérdidas del pelo generalmente mejora con tratamiento.
Lo que se ha visto en lo que llevamos de la pandemia es que la caída del pelo
relacionada con la infección por COVID-19 mejora entre los 4 a 6 meses. La
recuperación puede variar de una persona a otra, pero generalmente a medida
que se resuelve la enfermedad, el cabello tiende a volver a crecer. Por encima de
todo, es importante que las personas con pérdida del cabello posterior al COVID-
19 entiendan que esta caída del cabello no es esencial para su supervivencia a
largo plazo, y que lo que realmente importa es que han logrado superar una
situación muy estresante en todo lo que representa esta pandemia. Así que, salvo
cualquier problema sistémico o metabólico asociado, las personas con este
problema deben ser pacientes y esperar a que el cabello vuelva a crecer. Solo
tienen que darle algo de tiempo”.